En cuanto al cuidado personal, Amou Haji mantiene algunas rutinas que podrían parecer básicas pero que son vitales para su bienestar. Consume cinco litros de agua al día, una necesidad bajo el sol inclemente, que saca de una lata de aceite oxidada.
En lugar de ir a la peluquería, se corta el pelo prendiéndole fuego en lugar de tijeras. Este método, aunque poco convencional, se adapta a su existencia aislada y se alinea con sus mínimas interacciones con la civilización.