Una familia adopta a una niña de cinco años, pero cuando aprende a hablar inglés, ¡descubren una horrible verdad!

Los dedos de Natalie temblaban mientras daba los últimos toques a la tarta, con el corazón palpitándole con una mezcla de emoción y nervios. La cocina se llenó del cálido y azucarado aroma de la repostería, una promesa de la celebración que se avecinaba. Adam entró con una caja brillantemente envuelta en las manos y los ojos brillantes de expectación. «¿Otro regalo? Preguntó Natalie, con una mezcla de curiosidad y diversión en la voz.

«Sólo uno más», respondió él, colocando el regalo sobre el montón que ya había sobre la mesa. Intercambiaron una mirada llena de esperanzas tácitas, la culminación de semanas de planificación para el primer cumpleaños de Eva con ellos. El salón, adornado con vibrantes globos y suaves melodías de Disney, era un paisaje de ensueño de alegría a la espera de ser desvelado.

Poco sabían, cuando Eva bajó las escaleras, agarrada a un osito de peluche, que aquel momento tan reconfortante estaba a punto de tomar un cariz muy oscuro. Eva, con su recién adquirido inglés, empezó a compartir una verdad que hizo que sus corazones se hundieran y que el mundo diera vueltas sin control.