El escepticismo en los ojos del tendero era inconfundible. Negó con la cabeza, pensando claramente que la aventura de Peter era algo más que una mala idea: era peligrosa. Y en el fondo, Peter sabía que tenía razón. Escalar un barco abandonado no era poca cosa; era una empresa llena de riesgos impredecibles y peligros ocultos.
Peter sintió el peso de la preocupación del dueño de la tienda y quiso transmitirle su inquebrantable determinación. «Tengo mis razones», dijo con firmeza, la determinación clara en sus ojos. «Voy a enfrentarme a ese barco, con equipo o sin él. Pero sin el equipo adecuado, va a ser aún más peligroso»