Al cabo de un tiempo, ya no podía ignorarlo. Incluso su amiga más íntima notó que se comportaba de forma diferente. Empezó con pequeños cambios que sólo Natasha notaba, pero al cabo de un tiempo, cada vez eran más difíciles de ocultar.
Natasha empezó a asistir a reuniones secretas que nadie conocía. Se las guardaba para sí misma. Cuando alguien le preguntaba, simplemente mentía y se inventaba algo. Sin embargo, no podía evitar preguntarse si valía la pena mentir a sus hijos por guardar este secreto