Durante su despliegue, su voz había resonado en innumerables llamadas telefónicas, fingiendo inocencia y amor. Su rostro había llenado la pantalla durante los chats de vídeo, una magistral actuación de normalidad. Sin embargo, tras la fachada, el mundo que él conocía se había desmoronado.
Un torrente de emociones amenazó con consumir a Chris. Sus ojos se cruzaron con los de ella, y una oleada de lágrimas brotó, sólo para ser enjugadas apresuradamente mientras intentaba mantener una apariencia de dignidad. Pero fue inútil; las miradas indiscretas de los espectadores se clavaron en ellos, exponiendo sin piedad la humillante verdad de la doble vida de su esposa.
Allá por enero de 2017, cuando Chris se había marchado de casa, se había preparado para una ausencia de cinco meses. Pero el destino tenía otros planes: prolongar su despliegue y mantenerlo lejos aún más tiempo. No sabía que a su regreso le esperaba una revelación mucho más devastadora, una que destrozaría los cimientos de su mundo…