Noemi exhaló, con el cuerpo tembloroso. Había venido a esta playa para escapar, pero ahora había formado parte de algo que nunca olvidaría.
Cuando los lobos desaparecieron, ella se quedó allí, con las olas batiendo a sus pies. En algún lugar a lo lejos, un lobo aulló, un sonido arrastrado por el viento.
No tenía ni idea de lo que significaba el aullido. Pero de alguna manera, le gustaba pensar que era un agradecimiento.