Una mujer sigue a un lobo hasta el mar tras acercarse a ella en la play

Noemi estaba sentada sola en una playa aislada, mirando las olas. Había venido aquí para evadirse, para despejarse, para encontrar tranquilidad. Las últimas semanas habían sido brutales: su relación había terminado y, para empeorar las cosas, había perdido su trabajo.

Pero aquí, en este tranquilo rincón de la playa, encontró consuelo. Inhaló profundamente, sintiendo la calma del océano que la bañaba. Justo cuando empezaba a relajarse, un movimiento repentino llamó su atención. Al principio pensó que era un perro que salía de las olas, con el pelaje mojado y goteando. Miró a su alrededor en busca de su dueño, pero la playa seguía vacía.

Entonces, el animal se volvió hacia ella y sus ojos se clavaron en los de ella. Un escalofrío recorrió la espalda de Noemi cuando se dio cuenta conmocionada de que no era un perro. Era un lobo.