Antes de empezar a trabajar, el garaje estaba casi vacío y parecía una caja fría y sin vida. Las paredes estaban desnudas, el suelo era de madera tosca y no había ni una pizca de color. Parecía sombrío, poco acogedor y lejos de lo que uno querría llamar hogar.
¿Habrías visto el potencial de un espacio tan frío y austero? ¿Te habrías atrevido a convertir esa caja fría y vacía en un hogar? Es difícil imaginar la transformación de un lugar así en algo cálido y acogedor, pero a veces un poco de visión -y mucho valor- pueden convertir los espacios menos probables en un verdadero hogar.
Ahora no se parece en nada a un cobertizo, sino a una sala de estar luminosa y acogedora. En el centro hay un acogedor sofá, perfecto para relajarse, y una cocina pequeña pero funcional añade un toque hogareño. La luz natural entra a raudales por las puertas que dan a una encantadora terraza, haciendo que el espacio parezca abierto y ventilado. Nunca adivinarías que una vez fue un frío cobertizo vacío.
Después de ver lo bonito que ha quedado este cobertizo reconvertido, ¿querrías volver alguna vez a una casa «normal»? A veces, un espacio más pequeño y personalizado puede sentirse incluso más como un hogar.
Fuente: Katy Krebs