Para Betty, su pequeña casa era mucho más que un hogar, era un símbolo de su fuerza, determinación y pasión. Fue un recordatorio de que no importa la edad que tengas, nunca eres demasiado viejo para perseguir tus sueños y crear algo hermoso.
Ella les había demostrado a sus vecinos que no hay que juzgar a las personas tan rápido porque ningún obstáculo es demasiado grande para superar.