A pesar de su edad y el escepticismo de sus vecinos, Betty pudo construir una casa que no solo era funcional sino también una obra de arte. Incluso los colores de los accesorios habían sido pensados. Desde el amarillo hasta el azul, todos los colores del arcoíris se podían encontrar en la casa. Los vecinos nunca esperaron que el llamado «montón de tierra» se transformara en algo tan hermoso y espacioso. Se disculparon por su comportamiento y elogiaron a Betty por su creatividad, determinación y espíritu inquebrantable.
La pequeña casa de Betty rápidamente se convirtió en el tema de conversación de la ciudad, con muchas personas ansiosas por verla por sí mismos. Incluso comenzó a ofrecer recorridos a aquellos que estaban interesados en aprender más sobre el proceso de construcción y sus opciones de diseño únicas.