Durante un año, John trabajó sin descanso para convertir el cobertizo en un verdadero hogar. Sustituyó la madera dañada, añadió aislamiento e instaló ventanas para que entrara la luz del sol. Pasó incontables horas reparando, pintando y construyendo muebles. Al final del proyecto, el cobertizo estaba completamente transformado en una casita acogedora y funcional que asombraba a todo el que la veía
Con el tiempo, el campo vacío que rodeaba el cobertizo también cambió. El silencio del paisaje y la amplitud de las vistas, que al principio acentuaban su soledad, ahora le daban una sensación de paz. Lo que antes le había parecido desierto se había convertido en un lugar tranquilo y hermoso para vivir, rodeado de naturaleza.
El exterior de la casita tiene ahora un aspecto cálido y acogedor. Con las paredes recién pintadas, el tejado cubierto de tejas de arcilla y los paneles de madera, parece una encantadora casita de campo. John incluso instaló paneles solares en el tejado para generar electricidad, y la suave iluminación exterior crea un ambiente acogedor por la noche.
¿Estás preparado para ver lo que ocurrió desde dentro del refugio? Descúbrelo en la página siguiente.