Cuando John perdió a su mujer, su vida cambió para siempre. Luchando contra el dolor y las dificultades económicas, no tuvo más remedio que abandonar su casa e instalarse en una vieja y ruinosa choza en medio de un campo yermo. Sin embargo, lo que empezó como una situación desesperada pronto se convirtió en el principio de un cambio inspirador.
El cobertizo apenas era habitable: las paredes eran débiles, el tejado tenía goteras y no había aislamiento. Pero John, un manitas jubilado, estaba decidido a arreglarlo. Con pocos ahorros y mucho esfuerzo, empezó a reparar y mejorar la estructura. Este proyecto le dio un nuevo propósito y algo en lo que centrarse durante este difícil momento.
¿Te imaginas vivir en un cobertizo de 75 metros cuadrados? En la siguiente página te mostramos esta transformación.