¡Descubre si realmente puedes cambiar tus hábitos alimenticios!
Todo el mundo tiene una comida que realmente no le gusta. Ya sean coles de Bruselas, aceitunas, queso azul o mariscos; no todos los alimentos saben tan bien como tu comida favorita. Y eso es completamente normal. Pero a veces, la gente afirma que el hecho de que te guste un determinado alimento es solo cuestión de entrenarte para que te guste. ¿Hay algo de verdad en esa teoría?
Gusto y olfato
Las partes de tu cuerpo que determinan qué alimentos te gustan o no te gustan son tus papilas gustativas. La cantidad de papilas gustativas que tienes está determinada por tus genes. Algunas personas tienen menos, otras tienen más. Y esto es clave en los alimentos que saboreas o no saboreas. Si tienes muchas papilas gustativas, calificarás como un «supercatador». Esto significa que necesita menos para saborear más. Entonces, si conoces a alguien que disfruta (lo que te parece) la comida blanda, podría ser porque tiene más papilas gustativas que tú. Y si necesita muchas especias y sal antes de probar algo, es posible que no tenga muchas papilas gustativas.
Pero tus papilas gustativas no deberían recibir todo el crédito. La única razón por la que experimentas sabores ricos es por tu nariz. Cuando comes, una gran parte del sabor de la comida proviene del olfato. Notarás que cuando te pellizcas la nariz mientras comes (o cuando tienes un resfriado) tu comida no sabrá tan bien. Cuando masticas tu comida, los químicos viajan a tu nariz y activan los receptores dentro de ella. Luego, tus papilas gustativas y los receptores en tu nariz trabajan juntos para determinar el sabor exacto de la comida. Y con eso, que te guste o no la comida que estás comiendo.
Exposición
Pero ¿por qué nos gustan ciertos alimentos? Según el experto en ciencia Martijn Peters, todo esto se debe a la exposición. Cuando los niños tienen dos años, ya pueden determinar si les gusta un determinado alimento. Y eso es por la comida que tu madre ha estado comiendo mientras estaba embarazada de ti. Cuando un feto todavía está en el útero, inhala líquido amniótico. Y ese líquido sabe igual que la comida que la madre ha estado comiendo. La lactancia materna también expone al bebé a ciertos sabores que provienen de los alimentos que ha ingerido la madre. Si no has estado expuesto a ciertos alimentos antes de los dos años, es probable que no te gusten.
Pero la exposición siendo niños no es la única razón por la que nos gustan y nos disgustan ciertos alimentos. Los recuerdos, emociones, textura y olor a la comida pueden influir en tu experiencia de sabor y en la decisión de si te gusta algo o no. Si no te gusta la textura de la comida, si te recuerda a algo que no te gusta o si tienes algún tipo de recuerdo relacionado con el olor o el sabor de la comida, cambiará tu forma de ver esa comida. Y eso podría poner esa comida en tu lista de «no me gusta».
Entrenarte
Entonces, si tus preferencias alimenticias están vinculadas a tus genes y a la exposición, ¿es posible entrenarte para que te guste algo? Según Peters, lo es. La razón por la que no te gusta la comida es porque es nueva para ti. Cuando sigas probando ese tipo de comida una y otra vez, te familiarizarás más con ella. Sin embargo, hay pasos en el proceso. Si primero solo pon algo en tu boca sin tragarlo, puedes dejar que tus papilas gustativas (y tu nariz) se acostumbren al sabor. Después de un tiempo, puedes intentar tragarte la comida y te sentirás más familiarizado. Probablemente nunca te guste mucho esa comida, ¡pero al menos podrás comerla sin tener arcadas!
Lo único que debes preguntarte es si vale la pena. Si te gustan todas las verduras excepto una, quizás sea mejor comer las cosas que te gustan. Según Peters, eso es mejor para ti de todos modos; debes concentrar tu energía en comer las cosas que deseas comer en vez de obligarte a comer algo que nunca te gustó en primer lugar.
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Fuente: HLN, Kookfans, BBC, Kids Health | Imagen: Unsplash, Randy Fath